La complejidad es un tema común en la vida de Izabela Okon-Uribe, pero así es como a ella le gusta. Tiene dos hijos adolescentes, se ha mudado recientemente de Canadá a California y dirige equipos en toda Norteamérica.
Izabela trabaja en Pattern Energy desde hace unos diez años y ahora es Directora de Control de Proyectos.
«Nuestro equipo se encarga del seguimiento diario del presupuesto, la creación de órdenes de compra, la gestión de contratistas, la gestión de facturas, el trabajo con Cuentas a Pagar, el trabajo con el desarrollo, la preconstrucción y la construcción», explica.
El equipo forma parte de los proyectos de energías renovables de Pattern desde las primeras fases de desarrollo hasta las fases de preconstrucción y construcción activa. Hay ocho personas en el equipo, incluida Izabela.
«Me gusta decir que somos el pegamento que une el proyecto entre bastidores. Todo mi equipo es adicto a mantener las cosas en su sitio, funcionamos mejor en un entorno de ritmo rápido. Hay que tener una personalidad capaz de correr a toda pastilla, gestionar los plazos de forma ordenada y ayudar en todo momento», afirma.
Un camino diferente
Izabela es licenciada en Psicología y Criminología por la Universidad de Toronto, lo que la llevó a encontrar su pasión por la gestión de proyectos.
«Siempre he sido una persona sociable. Me encanta hablar con la gente. La gente acude a mí porque saben que soy un hombro en el que apoyarse si lo necesitan o alguien que puede dar consejos. Supongo que la psicología iba de la mano con eso. Empecé a pensar que quizá podría ser psicóloga o psiquiatra. Al final, decidí ver qué más había en el mundo», explica.
A continuación, encontró un trabajo de gestión de un consultorio médico en una clínica de quiropráctica y fisioterapia.
«Me encargué de la recepción y después me metí en la construcción. Tenía una amiga que se quedó embarazada y ya no podía trabajar en la obra, así que entré como jefe de obra. Una vez que entré en la construcción, encontré mi alma. Me gusta ser la que lleva las botas puestas». Simplemente encaja y estoy muy contenta de dónde estoy ahora», explica.
A partir de ahí, fue contratada en Pattern Energy, pero no sin antes añadir otro proyecto a la mezcla.
Un verdadero foodie
«Mi madre y yo tuvimos una empresa de catering durante 15 años, y hacíamos bodas y fiestas todos los fines de semana, simplemente porque nos encanta cocinar», dice.
La experiencia le enseñó mucho sobre gestión de proyectos, cómo hacer feliz a la gente y cómo resolver los pequeños detalles para que todo funcione sin problemas.
«Cuando cocino, me ayuda a alejarme de mi trabajo diario. Cuando cocino no miro papeles, trabajo con mis manos y me encanta dar de comer a la gente. La comida es el centro de la familia y de hecho conocí a mi marido en una tienda de comestibles. Yo estaba comprando comida y él estaba trabajando allí», dice Izabela.
La cocina sigue siendo una parte importante de su vida, y aún más ahora que ella y su familia se han mudado al otro lado de la frontera.
«Aunque vendimos nuestra empresa de catering hace años, seguimos celebrando fiestas. Celebramos tanto el Día de Acción de Gracias canadiense como el estadounidense», dice.
De Canadá a California
«Nací en Polonia y mis padres y yo nos fuimos en 1981, justo antes de que entrara en vigor la ley marcial. Nos convertimos en refugiados. Estuvimos en Austria algo menos de un año esperando a que un país nos acogiera y, finalmente, Canadá nos recogió y nos trasladamos a Toronto en 1982», explica.
Permaneció en la zona de Toronto hasta hace poco.
«Hace tres años, Pattern decidió trasladarme a San Diego, ya que llevaba dos años dirigiendo mi equipo a distancia. Decidimos que lo mejor sería dirigir el equipo desde San Diego, así que mi marido, mis dos hijos adolescentes y yo nos mudamos a California y aquí estamos desde entonces», explica.
Fue un cambio bienvenido, ya que a ella y a su familia les encanta viajar a destinos cálidos.
«Fue emocionante. La idea de mudarnos a California y estar cerca de las palmeras y la playa era genial, pero también supuso una adaptación. Desgraciadamente, nos mudamos cinco meses antes de la pandemia. Estábamos instalándonos en nuestra nueva casa y nuestros hijos en sus nuevos colegios cuando el mundo se apagó, así que la transición fue mucho más difícil», recuerda Izabela.
Pero casi tres años después, dice que han encontrado su sitio.
«Nos encanta estar aquí. Ahora que se han levantado las restricciones por la pandemia, hemos salido a hacer muchas cosas divertidas. Lo estamos consiguiendo, nos va bien», dice.
Coches y música
«Somos aficionados a los coches. Nos encantan los coches, y California es increíble para las exposiciones de coches. Todos los sábados por la mañana vamos a algo llamado Cars & Coffee. Es un encuentro matutino en el que puedes ver Lamborghinis, Ferraris y un montón de coches millonarios por las calles. Mi hijo quiere ser mecánico de Porsche, así que le encanta ir a ver los coches y hacerles fotos», dice Izabela.
El resto del fin de semana se pasa disfrutando y celebrando la música.
«Mi otro hijo acaba de empezar el 9º curso y acaba de empezar la banda de música. Después de Cars & Coffee, nos vamos a competiciones de bandas y desfiles por todo el sur de California», explica.
Con dos hijos adolescentes, dos perros y la gestión de un equipo que vive en zonas horarias diferentes, Izabela dice que gestionar diferentes horarios y adaptarse a los cambios es una constante en su vida, pero no lo haría de otra manera.